Por: Alexandre Schinazi
oct 14, 2021
Eficiencia energética
“¿Dónde puedo encontrar una bombilla eficiente y de calidad?” “¿Qué aparato de aire acondicionado es más económico a largo plazo?” “¿Los paneles solares dan un buen rendimiento?” Éstas son preguntas comunes que escuchamos hoy en día, tanto en el mundo corporativo como en el residencial. Muchas personas y empresas ya se han dado cuenta de que la eficiencia energética es un camino sin retorno, ya han visto que, además de ser una buena inversión financiera, trae consigo múltiples beneficios al incorporarla a su vida diaria. Sin embargo, ¿son estas las preguntas correctas?
Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), el término “beneficios múltiples” busca capturar la realidad de que las inversiones en eficiencia energética aportan muchas ventajas a muchos actores diferentes, más allá de la reducción de la demanda energética y las emisiones de gases de efecto invernadero (AIE, 2019). Para una empresa, invertir en proyectos de eficiencia energética significa mantenerse a la altura del mercado y atender a una base de clientes cada vez más exigente en cuestiones de equidad, género y sostenibilidad. El acceso a financiadores e inversiones está cada vez más vinculado a la responsabilidad social y medioambiental de la empresa. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la reducción de emisiones de carbono tienen un valor tangible en los negocios, y su importancia ya es corriente y ya no es percibida sólo por los activistas ambientales.
Uno de los acrónimos más escuchados en el mundo corporativo hoy en día, ESG (Environmental, Social, and Governance) es una prueba de que las empresas necesitan incorporar prácticas que aumenten su impacto positivo en el mundo para no quedarse atrás. Las organizaciones necesitan poder demostrar estructuras de gobernanza interna transparentes y éticas; actuar de conformidad con los principios de equidad y justicia social, incluida la revisión de sus propias políticas de contratación y diversidad; y promover iniciativas para proteger los recursos naturales y renovables e impactar positivamente el medio ambiente. Es en el aspecto medioambiental –la “E” del acrónimo inglés– donde la eficiencia energética puede ser un aliado importante para la empresa, ofreciéndole posibilidades de reducir sus residuos y ser más competitiva, al tiempo que mejora sus condiciones de inversión y de cliente gracias a una mayor clasificación ESG. Después de todo, el movimiento ESG está impulsado principalmente por los propios inversores.
Para un país, la eficiencia energética es la forma más barata y rápida de mantener un equilibrio saludable entre la oferta y la demanda de energía. Programas sólidos y bien estructurados, políticas públicas –obligatorias o voluntarias– e incentivos gubernamentales para la eficiencia energética posponen la necesidad de construir nuevas centrales eléctricas, que son más costosas. La eficiencia energética es un activo estratégico para un país, vinculado a su seguridad energética, su autonomía y el coste de su sector energético. Brasil vive actualmente su peor crisis hídrica en más de 90 años y, como ella, una grave crisis energética, teniendo que activar sus centrales termoeléctricas a un nivel muy elevado, aumentando las tarifas eléctricas para toda la población y corriendo aún el riesgo de no tener capacidad para atender toda la demanda eléctrica nacional en los próximos meses. Es necesario un trabajo mucho más ágil y sostenido para combatir el despilfarro energético, mediante políticas rigurosas, como los diagnósticos obligatorios, y acciones que acerquen el gobierno a los grandes consumidores, como los programas de respuesta a la demanda.
Es tan evidente que la eficiencia energética es beneficiosa para las empresas, los países y las sociedades, ¿por qué avanza tan lentamente? Volvamos a nuestras preguntas del principio del artículo, tan habituales en la vida cotidiana de las personas interesadas en combatir el desperdicio. “¿Bombillas eficientes?” No son difíciles de encontrar. Por supuesto, no es una lámpara LED de buena calidad, es importante exigir el sello Inmetro, comprobar el flujo luminoso y la eficiencia luminosa, tener cuidado al predecir la temperatura de color y el índice de reproducción cromática y asegurar una instalación con buena calidad energética. Pero es posible encontrar buenas bombillas, y ese no es el cuello de botella. “¿Unidades de aire acondicionado eficientes?” Tampoco son difíciles de encontrar. De nuevo, hay que tener mucho cuidado al elegir los equipos, tener un ojo crítico en las tablas de eficiencia del Inmetro y siempre con un ojo ligeramente desconfiado en el marketing de los fabricantes, considerar tecnologías más inteligentes como los equipos inverter (en el caso de splits), estar atento al COP (coeficiente de performance) del sistema y al uso de un fluido refrigerante que no dañe el medio ambiente, y contar con asesoramiento confiable que ayude a garantizar que el dimensionamiento propuesto por el diseñador del aire acondicionado -o por el vendedor de la tienda- sea el adecuado a sus necesidades reales. Un poco más complejo que la bombilla, es cierto, pero de nuevo, en el mercado hay buenos profesionales y excelentes equipos, y un poco de investigación y networking cuidadoso que permite tener una buena red de apoyo para sacar el proyecto adelante. Encontrar equipos eficientes no es el cuello de botella.
En resumen, un proyecto de eficiencia energética no suele fracasar por dudas técnicas sobre dónde encontrar tecnologías eficientes. Si bien la calidad del diseño técnico es importante para que un proyecto tenga éxito, centrarse demasiado en esta cuestión retrasa la búsqueda de soluciones a los cuellos de botella que realmente impiden que los proyectos se lleven a cabo. Las barreras relacionadas con los administradores de grandes edificaciones o municipalidades son la falta de: tiempo, conocimiento humano/personal dedicado, conocimiento técnico de los recursos de su equipo, estructura de gobierno, competencia para realizar auditorías energéticas, aprobación de superiores (junta directiva, secretarias) y experiencia para obtener financiamiento, licitación y contratación.
Hasta ahora, hemos estado discutiendo proyectos de eficiencia que requieren inversión, proponiendo que el mayor desafío no está relacionado con la tecnología, sino con la estructuración del proyecto en su conjunto. A esta observación se suma otra percepción: la eficiencia energética no es una forma convencional de cambiar los equipos. Por el contrario, hay enormes ahorros disponibles a bajo coste o incluso sin coste alguno. Conocidos en inglés como “quick wins”, la simple realización de un diagnóstico energético periódico revela prácticas operativas modificables y optimizables, relacionadas con factores como horas de funcionamiento, setpoints de equipos u otros parámetros preprogramados, capacitación del equipo que opera los sistemas del edificio y comportamientos mejorables.
¿Cuál es entonces la diferencia entre empresas, ciudades o países que ya han tenido éxito en la implementación de programas robustos de eficiencia y aquellos que tienen dificultades para llevar a cabo acciones de mejora? ¿Cuál es la clave para reducir costos, disminuir la demanda energética y obtener beneficios múltiples, que puedan superar simultáneamente varias barreras y abordar tanto oportunidades operativas de bajo costo como medidas complejas y de alto costo? ¿Qué podría ser más importante que la tecnología eficiente?
El camino a seguir es desarrollar un buen sistema de gestión energética (EMS). El sistema de gestión se basa en el ciclo PDCA (planificar-hacer-verificar-actuar) y tiene como premisas básicas la implicación y compromiso de la dirección de la organización. El primer paso es crear una política energética, donde se establecen las directrices generales, objetivos y responsabilidades. A continuación, la etapa P (plan o planificación) se refiere a la realización de diagnósticos energéticos, paso esencial que lleva a identificar las oportunidades más rentables para la organización, seguido del desarrollo de un plan de acción estructurado, comenzando por las mejoras más rápidas y económicas y considerando las más complejas y costosas para un momento futuro.
Todas las acciones posteriores de la empresa relacionadas con la energía deben estar guiadas por la política energética. Esto en sí mismo es un gran cambio respecto de la práctica habitual de buscar mejoras solo cuando hay una necesidad urgente, ya sea una crisis financiera, un cambio en la administración, una nueva dirección en la sede global de la empresa o una nueva legislación local. La inclusión de todas las acciones de eficiencia energética, tanto las operativas como las que requieren inversión, en el contexto de un SGE robusto supone ahorros y muchos más beneficios (Figura 2 y Figura 3).
El concepto de gestión energética puede ser aplicado por cualquier tipo de organización, incluyendo empresas, municipios, edificios, industrias o incluso países. Existen pautas que pueden ayudar a su implementación, como la norma NBR ISO 50.001:2018. Además, se han desarrollado muchas herramientas y guías para ayudar a las organizaciones en varias etapas de su gestión energética, como el software Energy Brain para implementar diagnósticos energéticos con cálculos automáticos, la herramienta SampaEnergia (desarrollada para la ciudad de São Paulo para monitorear las acciones de eficiencia energética en los edificios públicos municipales), la Guía interactiva para Eficiencia Energética en Edificios, la Guía Práctica para la Preparación de Inversiones Urbanas: Eficiencia Energética y Energía Solar Fotovoltaica en Edificios Públicos y el sitio web del Ministerio de Minas y Energía están dedicados a apoyar la implementación de la norma ISO 50001.
La pregunta clave, por lo tanto, no es "¿dónde puedo encontrar una bombilla eficiente y de calidad?". Las preguntas clave deberían ser: "¿Cómo puedo involucrar a mi junta directiva?" “¿Cómo capacito a mi equipo en las disciplinas de diseño, financiamiento, licitación y contratación de proyectos de eficiencia energética?”; “¿Cómo puedo realizar un diagnóstico energético para ver todas mis oportunidades de ahorro?”; “¿Por dónde empiezo para crear una política energética y un buen sistema de gestión?” Las organizaciones que se plantean estas preguntas ya están a la vanguardia, midiendo sus ahorros y posicionándose como líderes del mercado. La eficiencia energética es el camino a seguir. Las tecnologías existentes están disponibles. Depende de la voluntad política y la organización interna que esto suceda.
Este artículo fue publicado originalmente en la edición 181 de la revista O Setor Elétrico (agosto/septiembre).
Acceda a la edición completa en: Setor Elétrico